Empiezo cómo se aborda el lenguaje inclusivo en El Horizonte de Berta, matizando que me considero mujer cisgénero –me identifico con el género asignado al nacer–  y heterosexual –me siento atraída por el sexo contrario–.

Esta aclaración es importante, porque yo, como mujer cisgénero y heterosexual no tengo la necesidad de identificarme con el uso del lenguaje inclusivo, porque a nivel social, mi condición biológica e identidad sexual son aceptadas.

Por lo que nunca me planteé el uso de la e como algo necesario para mi persona en particular, pero, ¿qué pasa con las personas  que sí necesitan la visibilidad de este tipo de lenguaje?

Ya que EHdB se centra en compartir valores de respeto contemplando la diversidad en todas sus formas, para mí es crucial hablar de la diversidad lingüística y sexual, refiriéndome, concretamente, al lenguaje inclusivo.

Conozco a la primera persona trans entre mi alumnado.

Mis reflexiones sobre el lenguaje inclusivo comenzaron en las aulas. Cuando conocí a la primera persona trans, que era, a mi parecer, una niña, porque la conocí con aspecto, nombre e indumentaria socialmente reconocidos como femeninos.

En el curso siguiente, me encontré en clase con un niño trans con nombre nuevo y aspecto acorde, no con el género que se le había asignado al nacer, sino con su identidad de género real. Era un niño.

Me había pasado años en las aulas sin toparme de frente con alumnado trans, –que yo supiese– y el hecho de haber pensado toda mi vida que la identidad de género se basaba sólo en los genitales con los que nacías, me hizo replantearme si había vivido equivocada respecto a un tema desconocido para mí.

Efectivamente, estaba equivocada.

Empecé a leer a Nando López, y artículos sobre los casos de acoso que existían dentro y fuera de las aulas hacia el colectivo LGTBIAQ+, donde el suicidio estaba muy presente, y me decidí a asistir a los talleres de información de las Asociaciones ARCOPOLI y COGAM.

En COGAM, además de a talleres, asistí a charlas de padres y madres con hijes que viven una realidad lejana a la mía, pero que existe, y como tal debe visibilizarse.

  • Comprendí: que la diversidad humana es mucho más amplia que lo que las tradiciones ancestrales y mis introyectos adquiridos de la infancia me habían mostrado hasta el momento.
  • Descubrí: que una persona pansexual no es una persona amante de las panaderías, sino que ama a las personas por su condición humana sin importar su físico o identidad de género.
  • Aprendí: que no todo el mundo se identifica con un único género y existen personas de género fluido, y que para muchas personas el uso de la e es necesario para sentirse reconocidas, porque visualiza que «lo que no se nombra, no existe».

La ONG Presente afirma lo siguiente: –La lengua está viva, nos corresponde a sus habitantes. Y cuando algo se mueve en el lenguaje, es porque algo se mueve en la cultura–.

Y continué mi búsqueda sobre el sentido del lenguaje inclusivo.

Entidades feministas defensoras y LGTBIAQ+, consideran que el lenguaje no debe entenderse sólo como un sistema de signos para expresar sentimientos o pensamientos, sino que el lenguaje también es una construcción social que establece realidades e identidades.

Junto a este hecho, también contemplan que enfocar el lenguaje desde la mirada masculina, invisibiliza a lo femenino y marginaliza a personas de otras entidades.

Como maestra, entiendo que mi deber y obligación es atender a la diversidad del alumnado, por lo que me di cuenta de que debía tomar una decisión a la hora de utilizar el lenguaje inclusivo de una manera coherente.

Una forma en la que la totalidad de mi alumnado se sintiera identificado, pero al mismo tiempo, como filóloga, no sentir que destruyo mi propia lengua materna con términos poco prácticos.

Me explico con más detalle… porque enseño lengua alemana.

En Divertideutsch® trabajo con una lengua donde casi todos los elementos de la oración se declinan, teniendo en cuenta sustantivos masculinos, femeninos y neutros, que se rigen desde una mirada estrictamente gramatical y funcional al margen de matices sociales.

Como maestra de alemán, contemplo en las traducciones peques, niños, niñas y niñes, pero ni te cuento el «pitote» que es, si tengo que añadir lenguaje inclusivo a la lengua alemana, cuando este idioma ya tiene tres géneros para referirse a los sustantivos.

Siempre que lo que quiero expresar en un texto me lo permite, puedo utilizar plurales neutros como:

Docentes: en lugar de maestros, maestras y maestres.
Peques: en vez de niños, niñas y niñes.
Personas: y no hombres, mujeres y otres.

Pretendo ser siempre inclusiva en mis todas mis publicaciones, pero evito la e siempre que me sea posible en las ocasiones en las que puedo sustituirla sin discriminar a nadie, y acatando las normas gramaticales.

Y entonces, aparece otro dilema personal.

Que llega cuando tengo que escribir refiriéndome a todos los géneros como uno mismo. Muy bien, entonces… ¿escribo unx mismx, un@ mism@ o une misme?

Y he decidido utilizar la letra o para referirme a todos los géneros, sean o no binarios, porque para mí la o, en castellano, a nivel gramatical, incluye todo.

Así que, dentro de mi conocimiento y desconocimiento actual, uso:

  1. -a/-as para femenino cisgénero y transgénero.
  2. -o/-os para masculino cisgénero y transgénero.
  3. -e/-es para personas de género fluido y plurales puntuales, donde hay variedad de entidades de género.

Concluyendo cómo se aborda el lenguaje inclusivo en EHdB.

Estoy a favor de emplear la e en muchos contextos, pero mientras mi nivel de conocimiento sobre este tema tan complejo y delicado sea limitado, en los casos que no tengan un término alternativo a la e/es, se mantendrán los sufijos o/os para referirnos a palabras que engloben a todas las identidades de género.

Te deseo un día lleno de amor, respeto…. ¡y alegría!

Berta Tenorio
Pregonera de Alegrías

P.D. Me ayudas de verdad si me dejas en los comentarios tu opinión sobre el lenguaje inclusivo. Prometo responderte y seguir aprendiendo a diario.